ADVIENTO INFANTIL 2015/16

DINÁMICA DE ADVIENTO.

”JESÚS ES LA ESTRELLA … estrella de amor”

EDUCACIÓN INFANTIL. Curso 2015/2016.

Un curso más nos disponemos a celebrar el Adviento, la llegada de Jesús a nuestros corazones. En este tiempo meditamos en los hechos históricos que sucedieron antes del nacimiento de Cristo.

El papa Francisco promulgó el "Año de la Misericordia", por eso vamos a trabajar con los niños de Infantil algunas de las Obras de Misericordia más sencillas para ellos.

Como introducción y formación personal vemos que las Obras de Misericordia Corporales que maneja oficialmente la Iglesia son:

1.         Dar de comer al hambriento
2.        Dar de beber al sediento
3.        Dar posada al necesitado
4.        Vestir al desnudo
5.        Visitar al enfermo
6.        Socorrer a los presos
7.        Enterrar a los muertos

Sin embargo, es igualmente importante practicar las Obras de Misericordia Espirituales.

1.         Enseñar al que no sabe
2.        Dar buen consejo al que lo necesita
3.        Corregir al que está en error
4.        Perdonar al que nos ofende
5.        Consolar al triste o dolorido
6.        Sufrir con paciencia los defectos de los demás
7.        Rogar a Dios por vivos y difuntos

Aquí os muestro una sencilla ilustración (Si queréis mostrarla a los alumnos)





























A continuación explicaremos cómo vamos a trabajar la Dinámica con los alumnos.

¿CÓMO COMENZAR CON LOS ALUMNOS?

Vamos a trabajar solamente cuatro Obras de Misericordia Espirituales (enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, perdonar al que nos ofende, consolar al triste o dolorido)

Presentaremos a los niños una estrella de cinco puntas que iremos completando con las obras de la misericordia.  En la punta de arriba está Jesús que es nuestra estrella, estrella de amor que va a nacer en nuestro corazón.
En cada punta hay un ÁNGEL, nuestro ángel de la guarda que nos ayudará a cumplir las cuatro obras de amor.

Podemos emplear las sesiones que cada maestra vea oportunas.

Explicar a los niños con ejemplos sencillos en qué consisten las cuatro obras  y animarles a practicarlas especialmente durante Adviento y todos los días.

·        Enseñar al que no sabe. Podemos animar a los niños a que puedan ayudar o explicar a otros compañeros algo que no entienden o no saben realizar. De ésta forman practican un acto de amor y nada egoísta hacia los demás.

·        Dar buen consejo. Preguntarles a los niños que consejos darían a otros cuando… (Ej. Hacemos algo que está mal, para colaborar en casa…)

·        Perdonar al que nos ofende.  Perdonar y pedir perdón

·  Consolar al triste. ¿Cómo podemos consolar a los demás? … preguntando qué les ha pasado, estar cerca, dar apoyo y consejo, caricias, abrazos, besos…

OPCIONAL. Cada obra de misericordia que algún niño practique con sus compañeros se le puede dar un gomet con forma de estrella.

¿CÓMO TRABAJARLO CON LOS ALUMNOS? (MATERIALES)

Cada niño tendrá un folio con su estrella de cinco puntas pero sin texto. Tendrán que picar-recortar cada uno de los picos y pegarlos en el folio (formando la estrella) conforme se vayan trabajando en las distintas sesiones. Al finalizar el Adviento se llevarán su estrella.

OTROS MATERIALES:
 OS DEJO UN CUENTO PRECIOSO QUE PODÉIS CONTAR DURANTE TODO EL ADVIENTO

"PAULITA SE PREPARA PARA NAVIDAD"

Todos los años, al aproximarse la fiesta de Navidad, acontecía algo especial en Paulita.
Cuenta su mamá:
"Cuatro semanas antes de Navidad, Paulita dice adiós a sus juguetes y se transforma en una niñita tan obediente que encanta. Pero con la llegada del año nuevo vuelve a ser la niña de siempre".
Admirada, la madre contempla estos cambios tan bruscos. Ni ella, ni el papá y ninguno de los amiguitos más íntimos de la pequeña saben dar explicación a ese hecho extraño. Solamente Dios conoce su secreto.
Cuando Paulita tenía cinco años, su abuela le contó que el Niño Jesús había nacido tan pobre que no tenía como otros niños, una cunita calentita, sino que lo habían dejado en un frío establo, en pleno invierno. Lágrimas de compasión corrieron por las mejillas de la niña: ¡Pobre Niñito Jesús, sin colchón, sin abrigo! ...¡ y Jesús era el Hijo de Dios!.. ¿Qué se podía hacer?
-          ¿No te gustaría ofrecerle una camita blanda y sábanas abrigadas?- le preguntó con interés la abuelita.
-          ¡Cuánto me gustará abuelita!... Pero, ¿ cómo puedo hacer yo todo eso?
-          Escucha. Cada sacrificio que hagas será una pluma para la cuna y para el colchoncito de Jesús, y cada oración una hebra para las sabanitas. Faltan cuatro semanas para el nacimiento. Todavía tú puedes, en este tiempo, prepararle una camita calentita.
Este fue el secreto que Paulita guardó con mucho cariño y que nunca olvidó. Cuando la mamá colocaba la Corona de Adviento en el comedor y encendía la primera de las cuatros velas, Paulita comenzaba a juntar plumitas y a fabricar hilos para la camita del Niño Jesús. Al principio esto no fue fácil, pues no podía encontrar nada, no sabía qué sacrificios podía hacer.
Un día, durante el juego, Antonia, una de sus compañeras, para molestarla le dio un fuerte pelotazo en la espalda, y cuando Paulita estaba a punto de pagar con la misma moneda, oyó en su interior una vocecita que le decía: "No tires la pelota a Antonia, soporta el dolor por Mí. Haz un sacrificio".  “Ahora - pensó Paulita - ahora ¡sí Señor!, estas son tus plumitas, los sacrificios para el Niño Jesús". No tiró la pelota y así recogió la primera pluma que guardó en su corazón, en un cofrecito celestial.
Aquella misma tarde cuando su madrina le dio un chocolate, ella ya sabía que ese chocolate tenía que ser cambiado por una plumita para el colchón del Niño Jesús. En vez de comérselo, se lo dejó en el bolsillo del abrigo de su hermanito. Al día siguiente ayudó a su mamá llevando un canasto de ropa al lavadero y allí trabajó con ella toda la mañana, tanto que su mamá quedó admirada y la besó suavemente. Todo se transformaba en plumas para el pesebre: dulces, sacrificios y oraciones.
En la tercera semana de Adviento, cuando se encendió la tercera velita, Paulita ya había juntado treinta y nueve plumitas. "¿Bastarán?", reflexionó... Como no sabía si treinta y nueve plumas serían suficientes para hacer un colchón, sacó calladita el colchón de la muñeca de su hermana y fue al sótano. Allí, con toda calma, abrió una de las costuras y sacó treinta y nueve plumas. Pero quedó desilusionada al ver el pequeñísimo montón. No había juntado ni la mitad de lo que necesitaba. Tan poca cosa no bastaría para calentar al Niñito Jesús, al Hijo de Dios. "No importa", pensó, y con un suspiro puso otra vez las plumas en el colchón.
Desde ese momento la dominaba un solo pensamiento: "¡Más plumas!¡Necesito juntar más plumas, si no el querido Niño Jesús pasará frió!". ¡Cómo se esforzaba la niña! Vivía atenta sin perder ninguna ocasión de hacer un sacrificio. Durante este tiempo ella fue la más amable de las compañeras, la más servicial, especialmente frente a aquellas que no le gustaban, y hasta hubiera sido capaz de decirles que hicieran cualquier cosa para así tener la ocasión de juntar otra plumita.
¿Comprenden ahora por qué en cada Adviento Paulita deja de lado sus juguetes? Su tesoro secreto crecía siempre más. El Niño Jesús, ¿no debería tener también sabanitas? En la cama de Paulita había dos y además la abuela le había enseñado cómo hacerlas. Cada vez que rezara, sería una hebra de hilo para las sábanas del Niño Jesús. Ahora Paulita agregó a las oraciones de la mañana y de la noche un Ave María, y cuando miraba el cuadro que colgaba en la pared, sobre la cama, pensaba: "Mi corazón es sólo de Jesús".
En el camino a la escuela cuando pasaba por la iglesia, se encontraba con una imagen de la Virgen y el Niño Jesús en brazos. Paulita vio que las flores estaban allí muy marchitas. Desde ese día llevó todas las mañanas un ramo de flores a la iglesia y lo dejó a los pies de la Santísima Virgen. Después, rezó todas las oraciones que se sabía de memoria, recordando que cada una sería hebra de hilo para las sabanitas de su querido Jesús.
Finalmente llegó la Navidad, la hermosa Nochebuena. Paulita estaba arrodillada muy cerca del pesebre, en una dulce conversación con el Niño Jesús: “Estás recostado sobre paja, pero en mi corazón, querido Jesús, hay muchas plumitas para calentarte. Tengo dos sabanitas para cubrirte. Ven Niño Jesús, ven a mi corazón; te va a gustar la camita calentita y blandita que te he preparado”. Y el Niño Jesús entró alegremente en el corazón de Paulita.
fin.


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